El triunfo en la natación no es cosa de suerte. Si entrenaste lo suficiente se nota. La mirada al cielo no es la búsqueda de la iluminación divina, si no el recuento de las horas que sin dudar sacrificaste para llegar a este punto en el que no hay vuelta atrás, en el que juegas el todo por el todo, lo que hayas hecho o no, ya no importa, ahora solo quedan tú y el balazo de salida.

Texto y foto: Danae Esponda