Rocío Flores

OAXACA, Oax. Animales y naturalezas muertas, estudios del cuerpo, desnudos femeninos, y escenas de poblaciones rurales, son algunas de las imágenes de Flor Garduño (Ciudad de México 1957) que se exhiben en el Centro de las Artes San Agustín (CaSa) de Oaxaca.

Viajera, amante de la música, el arte popular y la magia de los pueblos indígenas, Flor Garduño destaca en su labor, la fortuna de haber podido acercarse a la gente sin contratiempos. La clave para lograrlo 一dijo一 es el respeto hacia las formas de vida de los otros y la empatía.

“La mayoría de los fotógrafos entra con telefotos y tripiés, yo he logrado hacerlo con una cámara Leica que no se oye, de una manera discreta”, cuenta la artista, minutos antes de la inauguración de su muestra Flor Garduño. La construcción del instante, inaugurada ayer en el Casa.

Discípula del veterano fotógrafo mexicano Manuel Álvarez Bravo, con quien perfeccionó sus  habilidades en este arte, Garduño compartió en breve entrevista, algunas entrañables anécdotas detrás de sus imágenes de escenas domésticas y rurales, retratos y paisajes que ha recuperado a lo largo de más de tres décadas.

Entre ellas relata como un camino de flor de cempazúchitl la guio a una de sus imágenes  más entrañables sobre Oaxaca, La mujer que sueña, mientras trabajaba en Pinotepa de Don Luis en un Día de Muertos.

“Seguí un caminito tupido de pétalos de cempazúchitl sobre la calle y eso me encaminó a la casa de esta mujer con el montón de iguanas en el suelo, no sabía si la iba a llevar o las recogía, pero le pregunté si le podía hacer un retrato y aceptó. Empecé con una imagen y acabé con otra”.

La artista mexicana abunda, dice que generalmente comienza con una idea pero la vida la lleva a otra. Para ella es importante partir con algo claro pero también permitir que todo fluya.

[quote] Hay que relajarse, la claridad es importante, pero sólo es la puerta para tomar lo que realmente es importante”[/quote]

La fotógrafa considera que la magia ocurre cuando está atenta. “Es fundamental estar muy atentos a las primeras horas de la mañana, concentrados en lo que ocurre alrededor, el 50 por ciento de la foto es estar en el lugar idóneo”, explica.

 

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Camino al camposanto, Ecuador 1988/Flor Garduño.

 

Otra de sus imágenes entrañables fue tomada en Tixán, Ecuador, se trata de la fotografía de unos padres que llevan en la espalda a sus niños, en un ataúd. “Es una foto muy profunda. Todas las fotos tienen su historia”, comenta.

Relata que en esa fecha trabajaba para su libro Testigos del tiempo, documentaba las ceremonias relativas a la muerte, porque como se sabe, en nuestros pueblos de México el tema es importante. Pidió al cura del pueblo su ayuda, pero éste le sugirió otro momento.

“Se río de mí, pero luego me pidió que le llevara a hablar con unos representantes que se oponían a la tala de árboles; en el camino nos cruzamos con la persona que iba a entrevistar pues se le había muerto su hija y había ido a Tixán, así es que regresamos para que las almas pudieran entrar al panteón”.

Garduño acompañó a la familia que se despedía del cuerpo, durante horas esperó en el panteón y al final, cuando decidieron llevar el ataúd, los padres le preguntaron “¿no viene con nosotros?» y así fue como logró su imagen.

La creadora cuenta ahora con numerosas publicaciones y exposiciones por las cuales ha sido reconocida fuera de las fronteras de México, recuerda que siempre en las comunidades ha existido cierta desconfianza.

[quote]Y es con mucha razón”, pero, hay que acercarse con respeto. La gente va conociendo que eres cabal”, resume.[/quote]

La artista exhibe más de un centenar de sus fotografías, algunas inéditas, en la muestra Flor Garduño. La construcción del instante, la cual refleja la diversidad cultural que ha nutrido su trabajo fotográfico desde la década de los ochenta hasta fechas recientes. Las piezas estarán exhibidas hasta el 9 de junio de 2019 en el Centro de las Artes de San Agustín, de lunes a domingo de 9 a 20 horas.

 

Flor Garduño colaboró entre 1981 y 1982 con un equipo de la Secretaría de Educación Pública, coordinado por Manuel Álvarez Bravo, recorriendo apartadas comunidades rurales con el fin de obtener imágenes para ilustrar libros de lectura en lenguas indígenas, enriqueciendo su conocimiento sobre México, la vida de su gente y al mismo tiempo su estilo fotográfico.

En 1982 tuvo su primera exposición en la Ciudad de México. En 1985 publicó su primer libro Magia del juego eterno, en el que se incluye la imagen de La Mujer que sueña, bajo el sello Guchachi’ Reza A.C., Juchitán, Oaxaca. El texto fue editado con el apoyo del artista oaxaqueño Francisco Toledo.

 

 

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