Elisa Ruiz Hernández

OAXACA, Oax. (sucedióenoaxaca.com).- Para los indígenas, hace 50 años era casi una ley no escrita ocultar su cultura y olvidar su lengua materna; hoy en día, es una necesidad y un orgullo asumir sus raíces y no solo hablar, sino leer y escribir en su propia lengua.

Esta es la historia de Eugenia Pizarro García, una mujer  indígena de 60 años que a pesar de que en su casa y en la escuela le prohibían hablar su lengua, jamás la olvidó.

Ahora, se ha impuesto la tarea de enseñar a sus dos nietas, Roya Manik de 4 años y  Zulma Yolotl de 5, las palabras que aprendió desde el seno materno y que se negó a enseñar a sus hijos para evitarles maltratos y discriminación.

Eugenia nació en 1956 en Tlaxcaltepec, perteneciente al municipio de Cacalotepec, Mixe, en la sierra norte de Oaxaca. Recuerda que su madre únicamente hablaba ayüük, y su padre muy poco español.

Cuando empezó a ir a la escuela no entendía absolutamente nada de lo que decían sus profesores, quienes castigaban a los alumnos para que dejaran de hablar en ayüük y se esforzaran por expresarse en castellano.

«Yo terminé la primaria en Cacalotepec, pero no aprendí nada porque de plano no hablaba nada el español. Además, no me gustaba ir a clases porque tenía que levantarme de madrugada y caminar tres horas entre el cerro para llegar a la escuela», narra la señora Pizarro al término de una tarde de lectura en la Biblioteca Profesor Ventura en San Martín Mexicapam.

«Mi papá me decía que hablara español, pero yo me quedaba callada en la escuela porque si hablaba mixe nos castigaban. A mis compañeros los ponían a lavar los baños o los mandaban a traer arena del río; nos hincaban para obligarnos a olvidar nuestra lengua», comenta.

Rememora que como la mayoría de sus compañeros no hablaban español, los maestros les trataban de explicar la clase con señas, y había algunos profesores que al final del día se quedaban a enseñarles español.

«Terminé la primaria pero no aprendí nada. Hasta sexto año aprendí un poco de español. Luego me fui a Morelia a estudiar la secundaria en un internado donde llegaban niños de otros estados que hablaban otras lenguas, pero todas las clases eran en español. Pero no se me olvidó mi lengua. Mi mamá me decía: lo que no se te va a olvidar es cómo hacer las tortillas. Pero poco a poco dejé de hablar mixe y yo no quería hacer tortillas».

Posteriormente retornó a Oaxaca e ingresó a la Escuela Normal de Tamazulapan pues deseaba ser profesora, pero por falta de recursos tuvo que abandonar la carrera magisterial.

Luego se hizo madre de tres hijos, cuyo padre le pidió que sólo les enseñara el español. Y así lo hizo.

-¿Se arrepiente usted de no haber enseñado la lengua materna a sus hijos?

-No, no me arrepiento porque cuando mis hijos estaban chiquitos era como una ley que no aprendieran nuestra lengua, pero ellos están conscientes de su raíz indígena.

Uno de sus hijos es diseñador gráfico, otro licenciado en educación física y la mujer es educadora. Los tres interesados en su cultura indígena.

Doña Eugenia, ahora, a sus 60 años, estudia con esmero y por cuenta propia la lengua ayüük porque además la quiere leer y escribir.

«Hace dos, tres años, descubrí que me gusta leer acerca de mi cultura indígena, me gusta estudiar sobre la Revolución, sobre la historia de México. Un día me dijo una persona: ¿A poco lees? Yo creí que ni sabías leer. Estoy aprendiendo a escribir mixe, empecé hace algunos años con un curso en Servicios del Pueblo Mixe, Sermix», explica.

Ahora, su objetivo es estudiar más. Por eso acude a la biblioteca a buscar información de la cultura Mixe. Quiere estar preparada para enseñar su lengua y cultura a sus nietas Roya y Zulma.

«Las niñas ya saben que somos indígenas. Somos indias, somos mixes, dicen, y no se avergüenzan», concluye.

El mixe o ayüük, cuyo significado metafórico es «el idioma elegante, florido como la selva», pertenece a la familia lingüística mixe-zoqueana y lo hablan alrededor de 90 mil personas concentradas sobre todo en el distrito mixe, al norte de Oaxaca. Algunas de sus variedades que se hablan en el sureste de Veracruz son llamadas popoluca.

El próximo 21 de febrero se conmemora el Día Internacional de la Lengua Materna.

 

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