Evlin Aragón/

OAXACA, Oax. Paralelo al festejo institucionalizado del día de las madres hay también un planteamiento que cuestiona la maternidad. En éste se pone a discusión  la maternidad  opcional en una cultura machista y patriarcal que exige a las mujeres convertirse en madres para otorgarles el estatus de «mujer realizada».

A lo anterior se suman el cuestionamiento y la exigencia de vivir un parto con respeto al cuerpo  y  a la dignidad de las mujeres.

Frio, insensible y violento: el parto en México

Sin importar el motivo por el que una mujer decide ser madre, la gran mayoría de mujeres ha tenido que enfrentarse al maltrato que las instituciones de salud han normalizado y que hoy en día se conoce como violencia obstétrica.

De acuerdo con el Grupo de Información en Reproducción Elegida (GIRE), la violencia obstétrica es una forma específica de violación a los derechos humanos y reproductivos de las mujeres, incluyendo los derechos a la igualdad, a la no discriminación, a la información, a la integridad, a la salud y a la autonomía reproductiva.

Se describe pues como toda acción u omisión por parte del personal médico y de salud, que dañe, lastime, denigre o cause la muerte a la mujer durante el embarazo, parto y puerperio. Será también la negligencia en la atención médica que se exprese en un trato deshumanizado, en un abuso de medicación y patologización de los procesos naturales, considerando como tales, la omisión de la atención oportuna, y eficaz, de las emergencias obstétricas.

De un breve sondeo a  mujeres  que han parido, se pudo constatar que una de las  experiencias más comunes de vivir el parto en los hospitales, es la violencia al interior de estos mismo espacios: las ofensas verbales que reciben al quejarse de los fuertes dolores de parto, las revisiones sin mayores explicaciones  de lo que están haciendo y que encima de ello sirvan como práctica para las y los doctores pasantes hasta llegar incluso a  la decisión de practicarles una cesárea sin que sea necesaria  es algo de lo que viven las  madres  en el estado.

Debido a la amplia demanda del servicio gineco obstétrico en los hospitales públicos, la atención deja mucho que desear, las mujeres consultadas previamente lo describen como: frío, insensible y violento en muchos casos,  de ahí la relevancia de contar con opciones respetuosas del cuerpo de las mujeres, como la que ofrece Casa de Parto Luz de Luna y sus dos parteras Lila Ruiz López y Yuritzi Rodríguez Galicia, quienes aseguran que la forma en la que una persona llega al mundo definirá en buena medida el curso de su vida.

Sistema Hospitalario violento

Ambas parteras no dudan en decir que el sistema hospitalario es violento con las mujeres, debido a que desde el momento de su arribo para el nacimiento de sus hijas o hijos, son lastimadas a través del lenguaje, las propias prácticas médicas y la nula participación de las mujeres en las decisiones sobre su cuerpo.

«Muchas mujeres han compartido con nosotras sus malas experiencias a la hora de parir en hospitales, donde no se dan abasto, las tienen formadas, les gritan para que guarden silencio, si el trabajo de parto dilata les hacen cesárea aunque no sea necesaria, o les realizan la episiotimia que no es otra cosa que una mutilación genital, lo cual en conjunto y por separado son síntomas de la violencia obstétrica» aseguró Yuritzi Rodríguez.

En el mismo sentido indicó que al tratar a una mujer como si no supiera que necesita su cuerpo se está ejerciendo violencia en contra de ella, también cuando no se le permite ver y convivir con el bebe durante los primeros minutos de vida, que además refiere son fundamentales para la nueva vida, acciones que son evidencias irrefutables de que al interior de los hospitales no existen las condiciones para que las mujeres sean tratadas dignamente, mucho menos con amor y respeto a la hora del parto.

Pese a no existir las condiciones para que las mujeres sean tratadas de forma digna, las políticas asistencialistas implementadas por el gobierno federal obligan a las mujeres a asistir a las clínicas y parir en hospitales, condicionando incluso el apoyo económico que reciben por ejemplo de Próspera, antes Oportunidades.

«La realidad es que cada vez menos mujeres en las comunidades recurren a las parteras,  ello debido a que los gobiernos estatal y federal condicionan la atención médica durante el embarazo para que sea exclusiva de los Servicios de Salud, a cambio ya sea del apoyo económico que reciben por parte de Próspera, o de la incapacidad que otorgan y que se valida en la mayoría de los empleos»  aseguró Lila Ruiz

Se trata pues, de acuerdo con la entrevistada, de una violencia que ejerce el Estado, toda vez que también las condiciones económicas actuales de la mayor parte de la población impiden que las mujeres puedan comprar lo necesario para ver nacer a su bebe en casa o en el lugar que les parezca más adecuado, razón por la que acuden a las clínicas y hospitales pese al maltrato naturalizado que se vive en estos.

Por lo anterior compartió es fundamental que se reconozca el término violencia obstétrica como un delito cometido en agravio de las mujeres y por consiguiente sea sancionado en las leyes locales y nacionales que promueven el derecho de las mujeres a una vida libre de violencia.

En busca de un parto con amor y respeto

Para una partera el momento del nacimiento de un niño o niña define el rumbo de su existencia, por ello es mejor llegar al mundo con amor y no con violencia. Con ocho años de experiencia Lila Ruiz asegura que el trabajo de una partera va más allá de traer bebés al mundo, se trata dice, de un acompañamiento previo, durante y después del embarazo en el que el respeto al cuerpo de la mujer es fundamental.

«La partera da acompañamiento a la mujer en todo su proceso, siempre protegiéndola y tomando en cuenta su opinión al momento de atenderla, con nosotras ella puede sentirse en libertad de gritar, pujar, gemir y quejarse sin ningún tipo de restricción» asegura.

Y es que lo principal para una partera es dejar que la mujer exprese su sentir, acción que no está permitida en los hospitales y que constituye el inicio de la violencia institucional en las dependencias de salud públicas o privadas.

De acuerdo con la joven, la reacción de las mujeres al momento de parto es mucho mejor porque le tienen confianza a la partera, saben que las van a cuidar y procurar en todo momento, incluso saben que serán escuchadas, que es algo que no pasa en las clínicas y hospitales donde la voz de las mujeres es lo menos relevante.

Por su parte Yuritzi Rodríguez explica que cuando una mujer llega con una partera el trato es con amor, puedes elegir la posición en la que quieres tener a tu bebe, puedes tener contacto piel a piel en los primero minutos de vida que son fundamentales, «esos primeros minutos de vida marcan la existencia de la persona, es necesario tener conciencia de cómo llegamos al mundo» dijo.

Para ambas la violencia obstétrica no se justifica por la demanda existente del servicio en hospitales públicos, por el contrario estos mismos debería prever opciones ante la saturación de los espacios médicos que evite que la atención se vuelva en contra de las usuarias.

«Si el gobierno sabe que tiene un problema en cuanto a la saturación del servicio, debería tomar medidas al respecto, una de ellas incluso podría ser el acompañamiento de las parteras para llevar a cabo procesos naturales en las clínicas de salud o en casa» aseguraron.

Sin embargo lo anterior está lejos de suceder, ya que los médicos (hombres principalmente) difícilmente van a recomendar el servicio de una partera, pese a que les pueda resultar benéfico para reducir el número de nacimientos que tienen que asistir, y que pueda ser un acto de respecto al cuerpo de las mujeres.

Así, se torna poco probable (para estos médicos) reconocer que las parteras son personas capacitadas para atender no sólo el parto, sino los procesos previos y posteriores a este, ayudando a que las parejas se embaracen y apoyando incluso en el cuidado del bebé los primeros meses de vida.

De acuerdo con las entrevistadas, actualmente las parteras tiene la obligación de contar con un plan B, respaldado por algún médico o médica que pueda  intervenir en caso de alguna complicación, ello con el previo consentimiento de la mujer.

Para ambas parteras es fundamental que el embarazo, el parto y la atención posterior sean lo más humano, respetuoso y amoroso posible que permita la inclusión de la pareja o la familia de la mujer para sentirse acompañada y respaldada.

Situación que reiteran desafortunadamente no sucede en los hospitales, donde las mujeres se enfrentan a malos tratos por parte del personal médico que ponen en evidencia que en estos espacios no existen las condiciones para que las mujeres sean tratadas dignamente al momento de parir.

Si estás interesada en contactar a las parteras de Casa de Parto Luz de Luna Oaxaca puedes buscarlas en Facebook con ese nombre, o a los teléfonos 951 1573522 o 951 5196782.

«Acompañar a una mujer y traer a su bebe al mundo me llena como persona. Yo nací para ser partera porque es lo más hermoso, no se compara con nada» Lila Ruiz

«Contribuir a que una mujer y una nueva vida sean tratadas con amor y respeto, sin lugar a dudas puede cambiar el curso mundo» Yuritzi Rodríguez

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