° La defensa apelará hoy miércoles el fallo; vecinos de Jalapa del Marqués afirman que es inocente

Rocío Flores

Jalapa del Marqués. Hasta antes de su detención y auto de formal prisión, dictada la noche de ayer por parte del Juzgado Sexto de Distrito en Procesos Penales Federales con sede en Jalisco, Sara Altamirano Ramos era una pequeña empresaria que generaba empleos y se desempeñaba como madre de un muchacho de 18 años y de una joven de 20 —“hija de crianza”, como le llaman en el pueblo a las hijas adoptivas—. Ahora está consignada por el secuestro de los sobrinos del presidente del Consejo Coordinador Empresarial (CCE), el oaxaqueño Gerardo Gutiérrez Candiani, y podría ser sentenciada a hasta 60 años de prisión.

Sara es la mayor de las mujeres de una familia de siete hijos, propietaria de una rosticería para la que trabajan siete mujeres más. Ellas la describen como una mujer noble, que no pone reparos para apoyar a otra gente: “lo mucho o lo poco que ella ofrece es por lo que la gente se siente agradecida con ella”, “la gente la conoce y por eso el pueblo de Jalapa del Marqués está pidiendo justicia para ella, porque sabemos que es inocente y no se merece que el gobierno le haga eso, todos meten la mano al fuego por ella, porque la conocen”, señalaron las empleadas y Sorayda Altamirano, su hermana más joven, con lágrimas en los ojos.

A decir de sus familiares y amigos, Sara cuenta 44 años; estudió para ser secretaria, oficio que desempeñó por dos años, y después se dedicó a la venta de mojarras en la población de Salina Cruz. Posteriormente tuvo una cocina en Jalapa del Marqués, vendió pollo fresco y más tarde, en el 2010, se fue a trabajar a Estados Unidos por dos años, lo que le permitió levantar su negocio de rosticería.

Sara Altamirano Ramos fue la candidata electa en las recientes elecciones internas del Partido de la Revolución Democrática (PRD) a nivel local; se le nombró para contender por la presidencia municipal de su población. Antes de esto, su participación en la política era prácticamente nula: no era activista de ninguna organización. «Vivía de su trabajo», relataron algunos pobladores de Jalapa del Marqués.

“La señora nunca se iba por más de dos días, fuera a donde fuera siempre hablaba, no se olvidaba de su negocio; o que se desapareciera por completo, nunca. Hasta ahora que se metió en la política se iba más, siempre estaba pendiente porque es de lo que se mantiene. Nosotras como trabajadoras la respetamos, ella sabe hacer todo, no es de las patronas que nada más está mandando qué hacer, era una trabajadora más, la conocemos y metemos las manos al fuego por ella”.

“Mucha gente del pueblo te puede decir lo mismo. Así como está ella, pueden estar muchos, y eso no es justo ¿Por qué no agarran a los verdaderos culpables?” señaló una de las entrevistadas.

La vida de Sara se modificó la tarde del viernes 17 de mayo, fecha en la que, de acuerdo a Sósimo Altamirano Ríos, su padre, se fue a “un mandado” a la ciudad de Oaxaca, donde fue detenida por la PGR. “El pueblo la está apoyando porque la conocen”. “Aquí ya no hay partidismo, la están apoyando porque la conocen”, insistió un amigo de Altamirano Ramos.

Por su parte, su hermana Sorayda destacó: la personalidad de Sara “no concuerda con lo que dicen, no concuerda con lo que está diciendo el gobierno. Ella es noble, trabajadora, se ha quemado las manos —porque ella tiene una rosticería— como si también fuera trabajadora, no sólo patrona”.

“Ella pone el maíz, hace las tortillas, adoba los pollos. Ahí están sus muchachas, les da trabajo a las personas que vienen a pedirle, a nadie le niega nada, a todos quisiera ayudar, le gusta hacerlo. Se ha quitado un bocado de la boca para darle a los niños, por eso podemos decir que ella no es la persona que dice el gobierno. Aprecia a los niños y los niños a ella: la abrazan, sientes ese amor que siente mi hermana por ellos”.
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