Abraham  A. Rasgado González

Llego alrededor de las 11 de la mañana a Playa Vicente, en Juchitán, Oaxaca. Me voy acercando al grupo de señoras y de señores que están resguardando la barricada en Playa Vicente. Hay  conocidos que se están solidarizando con los pobladores de este lugar y nos aproximamos para intercambiar comentarios. Una señora con un rebozo blanco que utiliza como pasamontañas, nos da información acerca de lo que está sucediendo.

Nos comienza a narrar cómo fue la batalla contra la policía el martes 26 de febrero en Playa Vicente. “Mandaron a ver cuántos éramos, y dieron aviso porque no vieron a todos los que estaban alrededor; llegaron los de la empresa y atrás venía la policía”.

Los restos de la batalla estaban frescos en el paisaje. La carretera llena de piedras, con una camioneta quemada (que los mismos policías incendiaron, a pesar de que ahí solían dormir niños en la batea) y los demás vehículos con los vidrios rotos. Muchos escudos que los policías abandonaron al verse derrotados por este aguerrido pueblo, ahora sirven para seguir resguardando el territorio istmeño de las invasiones extranjeras que están embistiendo a nuestra región.

Con lo que tenían, los pobladores se defendieron: palos, piedras, puños. Todo servía para proteger sus tierras. Las mujeres, nos sigue narrando la señora del pasamontañas del rebozo, se peleaban cuerpo a cuerpo con las y los policías, unas se fueron rodando con ellos al canal entre los golpes. Los niños lloraban pero no dejaban de pasarles piedra. Nos resume el momento en una frase: “estamos unidos y no vamos a dejar que pasen”. Y reivindica su identidad: “siempre hablan que los de la Séptima Sección (colonia de Juchitán) somos violentos, pero nunca preguntan por qué somos así, somos así por lo que nos quieren hacer, siempre que pasa algo, nos unimos y defendemos al que tenga problemas y eso pasó aquí también”.

Inmediatamente, la señora nos dice: “todo lo que suban a internet, tiene que ser a nombre de la asamblea (de Pueblos del Pueblos Juchiteco), porque no vamos a permitir que nadie lleve agua a su molino a costa de los que estamos dando la lucha acá”. ¿A qué se debe eso?, le pregunto, y da la respuesta que ya se veía venir: “los de ese comité Melendre de Gubidxa (Guerrero Luis), andan subiendo cosas como si ellos tuvieran que ver acá, andan presumiendo que ellos están solucionando el conflicto”.

Los periodistas y fotorreporteros no pueden hacer ninguna toma, ningún retrato, de lo que sucede en ese lugar. La situación es muy tensa y los pobladores prefieren no bajar la guardia. Al mediodía, llega a la barricada un camión mediano de la compañía de la cual tienen retenidas más unidades. Los moradores se ponen en guardia y comienzan a incitar a que la gente esté alerta, ya que así fue como llegaron el día martes, cuando fue el enfrentamiento.

Los de la compañía iban a verificar el estado de la maquinaria que tienen apostada en Playa Vicente. Se acordó que fueran personas de la asamblea juchiteca y Mariano López, de la Asamblea de Pueblos del Istmo de Tehuantepec en Defensa de la Tierra y el Territorio (APITDTT), propuso que dos periodistas acompañaran a la comisión. Y así se hizo.

La gente, poco a poco, seguía llegando a la barricada. Cuando, aproximadamente media hora después de que los de la compañía partieron a inspeccionar su maquinaria, hace su arribo el presbítero Martín Eduardo Martínez García, de la parroquia del Señor de Esquipulas, acompañado de Gubidxa Guerrero Luis, y demás integrantes del comité Melendre. La gente comenzó a congregarse aún más para mostrar su inconformidad, ya que en ningún momento han visto como interlocutores o intermediarios a Gubidxa Guerrero y su organización, pues ese comité y su líder han realizado desde hace tiempo una feroz campaña en contra de toda manifestación social (“No a los bloqueos”, le han llamado), y han creado un ambiente entre los que creen en sus proposiciones, para desprestigiar y “deslegitimar” cualquier acción que tenga que ver con los movimientos sociales, y preparar las condiciones para que el gobierno reprima; ahora, hicieron su arribo como los apagafuegos, los que facilitarán el diálogo.

Los integrantes de la barricada continuaron externando su desacuerdo, ya que sólo a ellos, a los del comité “autonomista”, se les permitió fotografiar los vehículos, por intermediación del sacerdote, pues ningún líder del comité se acercó a la asamblea del pueblo juchiteco a solicitar esas facilidades; sólo fue un acuerdo que se tomó con el presbítero Martín Eduardo Martínez García, y sobre lo que la asamblea no tuvo que ver.

Los habitantes de Playa Vicente veían con molestia cómo los integrantes del comité Melendre actuaban como peritos del Ministerio Público, ya que fotografiaban a detalle los vehículos, y aventaban al aire las preguntas “¿y esas fotos adónde van a ir a parar? ¿Para qué las van a utilizar?” Nadie informó, menos los del comité que lidera Gubidxa Guerrero, pues en ningún momento, antes de comenzar a hacer lo que hicieron, entablaron el diálogo con una de las partes que está en conflicto (aunque supuestamente ese es el papel de un intermediario): sólo llegaron y comenzaron a fotografiar, y pasaron por encima de la asamblea del pueblo juchiteco.

Al final de la jornada, la asamblea juchiteca entregó nueve vehículos de la empresa que mantenían retenidos a la Secretaría General de Gobierno.

Por ahora Playa Vicente está en buenas manos, mientras siga bajo resguardo de sus pobladores y éstos estén atentos a los acuerdos a que lleguen los que negocian la salida al conflicto en su nombre y representación.

El secretario general de Gobierno de Gabino Cué, apenas el pasado 16 de febrero, dijo ante comuneros de Álvaro Obregón: “rechazo la violencia como una forma para resolver los problemas, jamás daría yo una autorización para que intervenga la fuerza pública para resolver un problema social. Es una grave y gran tontería”. Un mes después, la policía atacó a la barricada que resguardaba el camino a Playa Vicente. Entonces, se pueden firmar mil acuerdos con el gobierno pero qué garantías hay de que cumplirán con su palabra. En Playa Vicente se vio que ninguna.

¿Qué papel están jugando los “intermediarios” si no son interlocutores que generen confianza en los pobladores debido a su clara posición en contra de las manifestaciones y movimientos sociales y sus enfoques cercanos a la política  reaccionaria?

El gobierno atenta contra la población que deberían proteger, como en el caso de Playa Vicente. Los pobladores reprueban esos actos de traición por parte de los gobernantes y de los líderes de opinión que ayer condenaban a los luchadores sociales (llamándoles “grilleros” y “corruptos”) y hoy se presentan como los neutrales e intermediarios, cuando han tomado partido y es contra los pueblos que se manifiestan contra lo que siempre han estado.

En la Rebelión de Tehuantepec de 1660 no pudieron someter a los rebeldes con la espada, y para eso mandaron a los religiosos. ¿Hoy están haciendo lo mismo en Playa Vicente? Aunque ahora tienen una nueva arma: el opinador que un día condena y al otro aparece como el paladín del diálogo y los acuerdos.

Sigamos atentos, este poderoso proyecto trasnacional  está agudizando su embestida contra el Istmo de Tehuantepec.  El pueblo organizado está diciendo “no pasarán”.

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