Redacción

OAXACA, Oax. Para la cineasta Ángeles Cruz el diálogo, compartir  experiencias y visiones entre sus compañeras realizadoras es fundamental, la actriz y directora mixteca destaca  que entre ellas hay algún común, es un hilo que las engarza y es el concepto llamado comunidad.

Durante su participación en el Foro Cineastas indígenas mexicanas realizado a finales del mes de octubre en Morelia, Michoacán  en el marco del 17° FICM, la mixteca manifestó que  el cine ha sido esa gran posibilidad para contar historias, a partir de su visión y la de su comunidad.

Como actriz 一dijo一 tiene su sitio en diversas producciones de cine y televisión, pero es difícil conseguir papeles dignos para una actriz indígena, como ella. Por ello decidió escribir y dirigir sus propias historias.

Ángeles Cruz cuenta ente su trayectoria tres cortos: La tiricia o cómo curar la tristeza (2012),  La carta (2014), Arcángel (2018) y su ópera prima, Nudo mixteco, ahora en postproducción.

¿Qué significa para ti participar en el Foro Cineastas indígenas mexicanas?

Es un encuentro entre colegas con mujeres que admiro muchísimo. Conozco el trabajo de varias de ellas y me emociona compartir experiencias, visiones y sobre todo dialogar. A veces olvidamos del diálogo y pareciera que los egos ganan en el cine. No es el caso: como realizadoras indígenas tratamos de ayudarnos e impulsamos nuestros trabajos.

¿De qué hablan fuera del conversatorio?

De lo mismo: de qué historia traes, cómo las piensas hacer, en qué andas trabajando. Ayer estábamos platicando con María (Novaro) en cómo acomodamos nuestra vida personal para sacarle casi tiempo completo al cine y qué traemos entre manos. La cotidianeidad es eso: nuestro tema de conversación es qué historia estás contando, cómo la estás contando, en qué proceso estás y cómo te va en la vida. Lo que tenemos en común, el hilo que nos engarza es el concepto de comunidad. Platicamos de cómo te fue en la última asamblea del pueblo y qué estás haciendo al respecto.

¿Cuál es la importancia del concepto de comunidad en tu obra?

No estamos solos, no creamos solos y no venimos solos a este mundo. Para nosotras como realizadoras indígenas el concepto de familia empieza en que eres parte de algo más grande, que es tu comunidad. Eso tiene ventajas y desventajas, obligaciones y derechos. Somos comunidad, no sé decirlo de otra manera. La gente que proviene de nuestros pueblos venimos con ese concepto en la cabeza y baja al cuerpo. Esta visión viene de muchos siglos atrás. No nos desprendemos de eso para crear, al contrario, nos agarramos de eso.

¿Se da una unidad semejante en encuentros como este Foro?

En este foro replicamos experiencias. Cada una regresa a nuestros sus lugares y replica las emociones, las ganas, las ideas. Es un aprendizaje y un querer replicar los logros que han encontrado otras compañeras en tu propia comunidad. Aquí sembramos muchas semillitas y cada quién se llevar eso a su comunidad.

En el foro  Cineastas indígenas mexicanas,  estuvieron presentes la purépecha Magda Cacari; las mixtecas Ángeles Cruz y Dinazar Urbina Mata; así como Dolores Sántiz Gómez, miembro de la comunidad tzotzil de Cruztón, Chiapas; Amalia Córdova, curadora de medios digitales y emergentes en el Centro de las Artes Populares y Patrimonio Cultural de la Institución Smithsonian, y María Candelaria Palma, miembro de la comunidad afroindígena de San Antonio en Guerrero y cuyo largometraje documental, Rojo, es parte de la Selección Oficial de esta edición.

En el segundo día, participaron en la conversación las zapotecas Ingrid Eunice Fabián y Luna Marán, directora de Tío Yim, documental en competencia en el Festival; Yolanda Cruz, proveniente de la comunidad chatino; Iris Belén Villalpando, perteneciente al pueblo yoreme de Ahome en Sinaloa; la activista Zenaida Pérez, originaria de la comunidad ayuujk (mixe) de Tlahuitoltepec, y María Sojob, mujer tzotzil cuyo largometraje documental Tote_Abuelo también es parte de la Selección Oficial de esta edición del FICM.

Con información de IMCINE

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