Rocío Flores

SAN FRANCISCHO IXHUATÁN. Octavio Matus Pineda es poeta del pueblo Guidxiyaza 一que en zapoteco significa pueblo o lugar de hojas de maíz 一 tiene 78 años de edad y una memoria infalible que le permite recitar y compartir sus palabras casi sin titubear, como lo hizo encuentro cultural y literario Otoño de la Palabra, realizado en esta localidad del Istmo de Tehuantepec a principio del mes.

Durante dos días escritores, poetas, músicos y compositores de ésta y otras localidades del país se reúnen para participar de este encuentro impulsado por el escritor Manuel Matus, el colectivo Guidxiyazá y autoridades municipales, entre otros, con la finalidad de impulsar la actividad cultural y el desarrollo de este pueblo.

A esta tercera edición llegó Octavio Matus antes de comenzar el acto oficial. Alejado de los formalismos y protocolos de lectura, tomó una silla ubicada en el patio central del hotel y se sentó junto a otros ocho participantes a recitar sus poemas.

De él hemos tomado estas palabras que guarda sin recelo en su memoria, pues nunca las ha escrito en papel. Sus poemas 一dice一 fueron construidos estrofa por estrofa en la mente y de ahí las toma cada vez que quiere hablar de la vida en ese lugar. Octavio recita, improvisa y disfruta de compartir la lírica que, cuenta, emana de lo más profundo de su ser.

Aquí uno de sus poemas que trascribimos de esa ocasión.

Ixhuatán

Tierra de hombres honestos

tierra de emprendedores, de los guidxiyaza,

de los hombres que viven orgullos de su raza.

De ahí el río Ostuta que dio vida a mis antepasados,

que dio vida a mis mayores, río que siempre he amado

río de  mis amores, permíteme que hoy te exprese

mis alegrías y mis sinsabores.

Tus aguas caudalosas y cristalinas las tengo grabadas en mi memoria

desde que tengo uso de razón, desde  mi infancia

 y de tus márgenes, de las flores, sus olores,

sus colores, sus fragancias.

De ahí mismo los oncales, sauzales y amazales

de cuyas ramas prendían las iguanas verdes, negras

los turucuaches, ardillas, puerco espines y mapaches.

Tú eras nuestro recreo , tú eras nuestra alegría,

La alegría de todos los días, ¡ah qué tiempos aquellos …!

Todo era  pureza, producto de la naturaleza.

No habían tractores, carros, ni motocicletas

Todo se hacía con caballos o con carretas.

Más vino la modernización que trajo para ti el olvido,

que trajo tu destrucción.

En dónde están tus cristalinas y límpidas aguas,

que en forma abundante mitigaba la sed del caminante,

en dónde los cardúmenes de peces

que servían de alimento a tus hijos

en dónde están  las aves canoras que ya no trinan ahora

en dónde  las mariposas multicolores que

muchas veces se confundían con las flores.

De tus márgenes ya no se escuchan aquellas noches

de jolgorios, noches de farras, acompañadas por guitarras

que armónicamente tocaban los grillos y chicharras,

donde tus moradores disfrutaban de sus amores,

desde que entraba la noche  hasta la madrugada,

Iluminados siempre por las cintilantes luces de las luciérnagas

de las estrellas, o la luz de la  luna plateada, todo…todo se ha acabado, en forma inmisericorde lo hemos acabado.

No es por exculparme viejo río,

yo jamás tus aguas contaminé,

mucho menos tus márgenes deforesté,

pero, por haber visto que otros lo hacen

 y permanecer callado,

me siento responsable de esos crímenes, avergonzado.

Perdóname viejo río, tú que mi sed has mitigado,

perdóname viejo río, perdóname… con que moneda te he pagado.

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