La disminución obedece a medidas de distanciamiento social, reducción de la actividad económica e industrial, y las caídas en turismo y viajes

Redacción

CIUDAD DE MÉXICO. Una investigación publicada hoy en la revista Science -en la que participó el Centro de Geociencias de la UNAM, campus Juriquilla-, ha demostrado que las medidas de confinamiento, a principios y mediados de 2020 para combatir la propagación de COVID-19, condujeron a una reducción del 50% en el ruido sísmico observado en todo el mundo.

Se analizaron datos de ruido sísmico adquiridos durante varios meses y años, en más de 300 estaciones sísmicas por todo el mundo. El estudio muestra la reducción del ruido sísmico en muchos países y regiones, lo que permite visualizar la «ola» resultante que se mueve a través de China, Italia y el resto del mundo.

El confinamiento, reflejado en el ruido sísmico, ve el efecto total de las medidas de distanciamiento físico/social, la reducción de la actividad económica e industrial, las caídas en el turismo y los viajes. El periodo de bajo ruido sísmico de 2020 se debe a la reducción de ruido sísmico antropogénico global más larga y prominente que ha sido registrada hasta el momento.

El estudio publicado en la revista Science, se generó después de que el autor principal, el Dr. Thomas Lecocq, decidiera que la mejor manera de abordar el problema era compartiendo su método con la comunidad sismológica y analizando los datos de todo el mundo. Esto inició una colaboración única que involucró a 76 sismólogos de 66 instituciones en 27 países. Los autores principales del estudio tienen su sede en Bélgica, el Reino Unido, Nueva Zelanda y México, en el Centro de Geociencias de la UNAM, única entidad mexicana participante al proyecto.

Los investigadores universitarios Dr. Raphael De Plaen y Dr. Víctor H. Márquez contribuyeron con el análisis de datos de México, principalmente de la zona metropolitana de Querétaro, donde el Centro de Geociencias cuenta con una red sísmica urbana de bajo costo.

El Dr. De Plaen, investigador de la UNAM, formó parte del grupo principal de autores y contribuyó de manera significativa a la organización y coordinación del trabajo. La contribución científica aportada por estos investigadores se enmarca en la línea de investigación de Sismología Ambiental para la cual el Centro de Geociencias es pionero en México, y que se ha beneficiado por colaboraciones multidisciplinarias e internacionales y, en gran medida, con el apoyo económico otorgado por CONACyT y la UNAM.

Los sismómetros son instrumentos científicos sensibles que registran vibraciones que viajan a través del subsuelo, conocidas como ondas sísmicas.

Tradicionalmente, la sismología se enfoca en medir las ondas sísmicas que surgen después de un terremoto. Sin embargo, los registros sísmicos de fuentes naturales están contaminados por las vibraciones de alta frecuencia («zumbido») producidas por los humanos en la superficie: caminar, conducir automóviles y trenes generan señales sísmicas únicas en el subsuelo. La industria pesada y el trabajo de construcción también generan ondas sísmicas que se registran en los sismómetros, precisa la publicación.

Fuente: UNAM

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