Rocío Flores/

Acordes de la música mixteca contemporánea, maroma, circo, comedia y sátira, ocuparon un espacio del exConvento de San Pablo en la ciudad de Oaxaca este fin de semana, para traer a la ciudad parte de la cultura de los pueblos en el espectáculo Maroma Intercultural.

Ante la impaciencia de un público diverso entre personas adultas mayores, jóvenes, e infantes, a la espera de conocer, rememorar, o reconocer el lenguaje circense de la cultura en Oaxaca, apareció El Maromero.

En un espacio inusual pero igual de cautivador para El maromero, entró triunfante, con su traje rojo con puntos blancos, cuello ancho, cual payaso de circo, entre aplausos y comenzó el show. Trajo al público en un “lenguaje del pueblo” una pequeña sátira sobre lo religioso, una amable crítica sobre las costumbres, chistes blancos y muchas sonrisas, que entre acordes del violín o el bajoquinto de Pasatono Orquesta inundaron de ritmo la presentación de la Maroma de Amatitlán y la presencia de la artista de Transatlancirque de Francia Charlotte en la cuerda, donde a paso firme recorrió con estupendo equilibrio la delgada línea de cobre montada en el escenario que dio cuenta de la multiculturalidad del show.

Con 56 años de edad don Alfonso Jiménez Fernández, El Maromero no se intimidó, subió al trapeció y se balanceó ante el asombro del público, demostró las habilidades que a lo largo de 35 años ha llevado a otros pueblos y que por primera vez trajó a la ciudad de Oaxaca.

Pasatono Orquesta trajo “El Sazón” de alegría, la Obertura Maromera, así como La Bandolera piezas de su nueva producción y tendió al público un ambiente festivo, como de un pueblo, por momentos mezclados con nostalgia y melancolía, por aquello que la modernidad ha dejado un poco en el olvido.
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El Maromero 

De 56 años de edad Alfonso Jiménez Fernández, habló con nostalgia de cómo su trabajo está desapareciendo.

“Nosotros, La Maroma de Amatitlán, que somos mis muchachos, mi esposa y yo, seguimos trabajando en esto de la maroma porque no queremos que se acabe todavía”.

La maroma es una tradición que ha pasado por generaciones en la familia de Alfonso Jiménez, desde su abuelo, donde aprendió las cantadas, y luego él aprendió a trabajar en el trapecio.

Sobre el inusual espacio, el maromero dijo que no está acostumbrado a los micrófonos, “pero está bien, lo que importa es el público, entre más público es mejor”, apuntó El Maromero, quien es campesino en la mayor parte del tiempo y por las noches a la maroma, con la que ha recorrido varias regiones del estado.

La Maroma de Amatitlán está integrada también por sus cinco hijos, que ante la falta de oportunidades laborales han tenido que emigrar en dos ocasiones a Estados Unidos sin embargo han vuelto a México para continiuar con esta tradición.

Pasatono 

Rubén Luengas integrante de Pasatono Orquesta en entrevista comentó cómo surgió esta propuesta intercultural.

“Recordando a esas pequeñas compañías de teatro compuesta por familias, que tienen una serie de artes circenses, habilidades en el canto y la pantomima, Pasatono orquestó este espectáculo como homenaje a esos eventos que ocurrían y ocurren en la actualidad pero con menor presencia en los pueblos, en los que los mayordomos contratan las maromas y en la víspera se presenta acompañadas de una banda del pueblo y hacen esta especie de circo en la noche, paran un trapecio en un descampado y comienza la magia de las fiestas del pueblo. Comienza la banda a tocar, se suben al trapecio, empiezan las sátiras, las critícas a la iglesia, recuerdan a la muerte, etcétera, cuentan que las maromas duraban cuatro o seis horas”.

Sobre las críticas a la iglesia añade, “las iglesias prohibían los bailes por ser deshonestos y eso está apuntado en los archivos de la inquisición del siglo XVII, prohibieron el chuchumbe, la guanabana y otras músicas que pese a esto sobreviven en la actualidad.

Las maromas no eran ni son exclusivas de la Mixtec, también se han desarrollado en la zona zapoteca y presentado en otras regiones, como en la zona Mixe y son estas que han recorrido el estado de Oaxaca a través de las épocas.

Como niñas y niños, recuerda, después de ver a los maromeros corriamos a casa y los días posteriores practicabamos en casa o simulabamos una maroma.

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