El neoliberalismo ya no tiene salida, es un laberinto: Jaime Martínez Luna

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Texto: Rocío Flores

Foto: Margarita Pesoa

La filosofía occidental y el neoliberalismo como política de vida concreta, ya no tiene salida, es un laberinto, nos condujo a un  modelo de desarrollo que no sirvió, sostiene nuestro entrevistado, el antropólogo e investigador  Jaime Martínez Luna desde Guelatao de Juárez, una comunidad de la Sierra Norte, ubicada en el Distrito de Ixtlán.

El pensador serrano reflexiona en torno a la Conquista, dice que desde hace más de 500 años, hemos sido  permanentemente agredidos con un modelo de vida  cuyos principios fundamentales son: el poder, la propiedad y el mercado.

“Seguimos siendo agredidos”,  apunta.  Advierte la privatización de la educación, del agua  y la explotación de la tierra a través de la minería.

Martínez Luna destaca que frente a este modelo neoliberal,  ha prevalecido la Asamblea y los cargos comunitarios, y por otro lado,  afloran generaciones atadas a la idea de  progreso y modernidad.  De eso nos habla el académico esta mañana que accede a la entrevista,  y también de una  renovada manera de mirar el desarrollo moderno, donde  esas dos formas de vida convivan y determinen una tercera; alude a una manera “más sensata, más coherente, más sana de la que ahora vivimos, a  un ¨bienestar verdadero”, elegido y determinado por los habitantes”,  algo que no existe en este país..

Nos hemos instalado en  un lugar apacible, junto a la laguna sagrada de  Guelatao,  a un lado se puede mirar una réplica de la  casa del ex presidente Benito Juárez, y frente a la laguna un espacio en construcción, cuyo uso aún no lo determina la Asamblea, la máxima autoridad de la población. Aquí no hay partidos políticos, es lo comunal lo que rige la vida de sus habitantes.

Estas características, señala el antropólogo, le ha permitido a Guelatao tener un margen de crítica y de resistencia a toda esa suma de principios del liberalismo, del capitalismo y desarrollo moderno.

— Aquí puede darse esa nueva  forma de plantear el  desarrollo a través de la comunalidad.

Adelanta  el intelectual, también músico.

— ¿Por qué?

— Primero, por su propia naturaleza, Guelatao es el punto de comunicación de casi toda la región  zapoteca y chinanteca de esta zona alta. La  existencia  de la laguna en Guelatao le permitió la confluencia de comerciantes de diversa naturaleza  durante todo el periodo de la Colonia, eso le da un sentido de reunión.  La región es básicamente comunitaria, en sentido estricto, el cien por ciento de toda la Sierra lo es, y eso choca de manera  inmediata con el afán democrático, con el afán liberal.

El segundo aspecto es que aquí nació Juárez, un personaje que definió la imagen que actualmente manifiesta el país, el liberalismo. Esto le hace políticamente representativo de un ideal, fundado en la propiedad privada, en el poder y en el mercado, principios que si bien va delineandose desde mucho antes, se concretan con Juárez y la Reforma,  se consolida con Porfirio Díaz y se moderniza con el periodo supuestamente revolucionario.

Martínez Luna resume que el pueblo serrano fue sujeto de un proceso de modernización durante el periodo del ex presidente Adolfo Díaz Ordaz. Dice que en el  67  Díaz Ordaz definió un Guelatao distinto, impulsó un modelo basado en  american way of life: casas chicas, con baños al lado,  se abandonaron los cuartos grandes que eran para las principales celebraciones, como el nacimiento y la muerte.  Construyen  cuartos pequeños que distanciaron  la relación  entre padres e hijos. Se da una urbanización rural. Se abandonan los baños públicos y comunitarios donde la gente intercambiaba la vida, se abandona los chorros, donde los hombres gozaban de la relación mutua,  de generaciones tras generaciones. En los establos dividen a los conejos y las gallinas ponedoras, todo bajo control y con la premisa de desarrollo.

—¿A qué llevó este desarrollo?

Nos ha llevado  a querer desbaratar de fondo la  concepción de desarrollo, pero no podemos hacerlo, porque somos participes de un todo comunal, que trata de recibir lo que cree y le han enseñado en la escuela que es bueno.  En el 77 y 78, todo lo ajeno era lo fundamental,  lo importante, y por lo tanto había que aceptarlo.

— ¿Cuál fue el resultado?

— Que nada sirvió,  todo se adaptó, todo se trabó, todo, sin embargo, prevaleció la asamblea y los cargos comunitarios, así como  elementos que nos hacen ver un Guelatao distinto, propio, profundo diría, Guillermo Bonfil.. En este sentido Guelatao sin pretenderlo, o al menos conscientemente, va proponiendo un ideal diferente.

Martínez Luna voltea hacia la laguna y la pone como un ejemplo del desarrollo comunitario. Dice que ese espacio sagrado genera dos visiones distintas, pero que emergen del contexto Oaxaca, el liberalismo que alcanza a dibujar Juárez con esa capacidad que encontró en su momento, y el de las nuevas generaciones que están tratando de fundamentar, a partir de sus circunstancias históricas,  algo totalmente distinto.

— Aquí ya se suman  ambas ideas, estamos buscando lo posible, para que esas dos formas de vida  determinen una tercera, más amable, mas sana, pero sobre todo elegida por los habitantes. Lo mismo está pasando en Tlahuitoltepec, en centenas o miles de comunidades. Si  me dejan soñar, estaríamos hablando en 8 mil comunidades de Oaxaca, de las 10 mil en el estado oaxaqueño. Por la simple y sencilla razón de que tenemos 417 municipios en el  régimen de usos y costumbres o también llamado Sistemas Normativos Internos  y solo 153 los de partidos políticos. Si tomamos en cuenta que hay cabeceras municipales que tienen 10 agencias y que solo la cabecera es de partidos políticos, podemos sumar  las comunidades que se rigen por Asamblea, el número crece y eso no lo entiende el Estado, menos el gobierno federal, obviamente.  No entiende ni siquiera su artículo segundo constitucional, menos va a entender porque en Oaxaca 417 no son de partidos políticos.

El académico hace referencia al artículo que plantea una Nación única e indivisible, con una composición pluricultural sustentada originalmente en sus pueblos indígenas que conservan sus propias instituciones sociales, económicas, culturales y políticas, o parte de ellas.

En este contexto cobra relevancia la comunalidad,  un concepto que el intelectual define como una manera de vivir y plantear mundos distintos, formas de sentir, pensar, y  hacer la vida junto a los otros. El término ha generado una corriente de pensamiento en muchos centros académicos, comunalidad se ha convertido en un modelo de vida, cuenta Martínez Luna.

— Aquí lo aprendemos para llevarlo allá (a otras comunidades). Pero no le vamos a enseñar a nuestra gente a vivir, ella nos está enseñando que es eso, para que nosotros encontremos la forma de entenderlo como un horizonte de vida en el que no hay seres individuales. En este mundo hay seres comunales, porque dependemos de todo, desde clima, los vientos, el espacio, si caminas para delante, si caminas, para atrás, de todo dependemos, hasta de lo que comemos,  y la comida viene de la naturaleza que nos rodea, por eso comunalidad  es un concepto muy natural, no  es un concepto académico, no es una  corriente de pensamiento que  haya brotado de un cubículo universitario, surgió de analizar la lucha misma.

—¿Es una forma de ser?

—Exacto, es una forma de ser integral. y eso creo que ha hecho del concepto una propuesta rica y fundamentalmente  fuera de aquí.  Porque lo que somos ahora, allá afuera no se respeta.

—¿Cómo se puede vivir la comunalidad cuando hemos transitado  mucho tiempo en estas formas de pensamiento liberales?

—Creo que en una buena parte, la comunidad le da al Ser, los elementos desordenadamente integrales para que él sobreviva con dos visiones en su cabecita: la que aprende en la escuela y la que aprende en su casa y en la calle.

Aquí se tiene que aprender, en donde se tiene que enseñar es en la ciudad, en los grandes centros industriales, los espacios de otra naturaleza, porque ellos creen que tienen la verdad y nos quieren hacer pensar que nosotros somos simplemente una fuente de materia prima, una  fuente de mano de obra barata que se tiene que ir. No es así.

La comunalidad ante el desarrollo capitalista

El investigador  Jaime Martínez Luna destaca la importancia de percibir integralmente el mundo La  idea, dice, es conocer y  fortalecer nuestro propio espacio y de ahí puede  derivarse la fortaleza en contra de las agresiones a la naturaleza..

—Antes logramos  algo con el bosque, ahora nos toca las minas, la salud, pero hay muchos campos en los que estamos siendo agredidos: el agua, por ejemplo, se está privatizando, todo, hasta el oxígeno quisieran privatizar.

—¿ Qué se puede hacer ante ese tipo de  desarrollo?

—La respuesta se tiene  que dar en todos los niveles, pero tenemos comprender las diferencias.  No podemos entender lo nuestro si no entendemos lo ajeno, que tiene tres principios:  el poder, la propiedad y el mercado.Lo de  dentro, tiene entre sus principios, el respeto, el trabajo y la reciprocidad. Suena esquemático, pero por algo tenemos que empezar.

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