Carmen Santiago Alonso: Mujer de agua, sembradora de esperanza

Fotografía: Nadir Quiroz y Gabriel Silva.

Desde niña sembraron en mi mente y en mi corazón la solidaridad, cuenta Carmen Santiago Alonso en el último documental en el que participó: Mujeres de Agua, el cual narra los procesos de tres mujeres zapotecas de los Valles Centrales en defensa del territorio y los recursos naturales.

Activista, defensora del agua, de la tierra y de los bosques, Carmen Santiago descubrió desde muy joven que no le gustaba la injusticia y siempre lo demostró. Pero fue hasta los 30 años cuando decidió dedicar su tiempo a ser misionera y enfocó su labor a la defensa de los bosques,  el trabajo con las mujeres, la participación de los campesinos  y los jóvenes en el cuidado de la tierra.

Su trabajo la llevó a recorrer muchas comunidades de Oaxaca en las que  organizó y trabajó con la gente para tomar conciencia de la violencia hacia las mujeres y  para no permitir la explotación de los cafeticultores, entre algunas injusticias sociales.

En su camino como misionera la defensora accedió al conocimiento de la realidad social de las comunidades,  pero también conoció de la inconformidad, la amenaza y la persecución. Sin embargo siguió.

En los últimos 20 años como directora del Centro de Derechos Indígenas Flor y Canto acompañó las acciones a favor de los derechos de los pueblos indígenas y defendió firmemente el derecho a la administración comunitaria del agua.

Su lucha floreció, como las flores en los campos de San Antonino Castillo Velasco, su lugar de origen. A pesar de los obstáculos de los gobiernos y después de 16 años de lucha y seis de consulta, hace un par de meses, en noviembre de 2021, junto con los integrantes de la  Coordinadora de los Pueblos Unidos por la Defensa y el Cuidado del Agua (Copuda) celebró el decreto por el que se reconoce, por primera vez en la historia del país, el derecho a la administración comunitaria del agua.

Mujer de agua, testimonio de tenacidad

Foto: Nadir Quiroz.

Hemos acompañado a la Copuda, hemos encontrado con ellos una técnica de captación de aguas pluviales y hoy tenemos una herramienta técnica para poder cuidar y administrar el agua, destaca la defensora en este documental que muestra cómo tres mujeres hicieron suyo el movimiento por el cuidado y la defensa del agua en los Valles Centrales de Oaxaca. Carmen Santiago es una de ellas.

Pero su labor no quedó ahí, acompañó a través de Flor y Canto un proceso jurídico apegado a la Constitución y a los estándares internacionales para hacer valer el derecho de los pueblos originarios.

“Estamos diciéndole a los gobiernos estos son nuestros derechos respétalos, cumplélos, así hemos trabajado en los pueblos para colaborar con lo que nos corresponde. Pero también estamos diciéndoles a todos los hombres y mujeres en la Copuda que no esperen que venga toda la ayuda del gobierno”.

Esperanza Alonso, otra de las mujeres agua e integrante de la Copuda, la recuerda como una mujer incansable, entregada a su pueblo, a las comunidades. También muy  exigente por eso lograba sus objetivos: siempre nos decía pongámonos a trabajar, si algo va lento digan, no se queden callados.  Todos los documentos que se les entrega estúdienlos, para eso son, no para prender el brasero.

La defensora en cambio, dijo que la Copuda es un ejemplo, por eso mismo destacó la importancia de retomarlo y generar acciones en todas las comunidades del país para salvaguardar nuestro planeta.

“Ha sido un reto importante por el hecho de ser mujer, pero quiero decir que  las mujeres y los hombres tenemos las mismas capacidades habilidades y posibilidades, la misma sensibilidad y sabiduría solo que hemos  vivido inmersos en un sistema que nos coloca en una situación que no le corresponde”, comenta la activista zapoteca en Mujeres de agua en donde también se resume su vocación: la defensa de la tierra y el cuidado de los recursos naturales.

Estoy profundamente convencida que esa es mi vocación. Desde niña me enseñaron a sentirme orgullosa de ser de un pueblo zapoteca. Lo que soy ahora, es gracias a la enseñanza de mi familia y el pueblo mismo, un pueblo que tiene un legado grande culturalmente, dijo la activista, quién sembró la esperanza de una vida más digna en las comunidades. 

Carmen Santiago se despidió este sábado 4 de febrero a los 69 años de edad, después de pasar por un tratamiento contra el cáncer. Este lunes un grupo de mujeres sembradoras de esperanza, cada una con su copalero, ofrecerán un homenaje a su hermana. Luego realizarán una misa y finalmente la entregarán nuevamente a su casa: la madre tierra, como ella decía al lugar donde habitó, compartió el mezcal y bailó el jarabe del Valle.

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