Soledad Velasco: el arte como resiliencia

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Dos años de inesperada residencia en México han conducido la obra de Soledad Velasco (nacida en la ciudad de Oaxaca en 1964) por caminos que la artista visual no podía prever, pero que han dado a su creatividad motivos de reconfiguración para el ahondamiento en temas que la han interesado durante sus más de treinta años de carrera en las artes plásticas y visuales.

Con dos premios obtenidos en España en 2016 (el de la Fundación Barcelona Olímpica y el del Certamen Ciudad de Tomelloso, galardón que otorga la Diputación de Ciudad Real), la pintora no planeaba residir de nuevo en su ciudad natal, pues se había afincado en Ciempozuelos, cerca de Madrid, desde hace 25 años.

Sin embargo, al viajar a Oaxaca para visitar a su familia a finales de 2019, la artista se vio detenida por la pandemia de Covid-19 en su tierra natal, y durante dos años ha pugnado por convertir su pintura en un medio para explicarse las vicisitudes que le ha tocado afrontar en México, un país que —después de 25 años de vivir en España— le resultaba desconocido pese a ser su lugar de nacimiento.

Durante los dos años que ha pasado forzosamente en Oaxaca, la pintora ha retomado la relación con su entorno social y artístico. Prueba de ello la dan su participación en tres exposiciones colectivas originadas en Oaxaca: El sendero de los espejos (en el Museo de los Pintores Oaxaqueños, en 2019), El principio de la revolución celeste. Solve et Coagula (en el Museo de Arte Contemporáneo de Oaxaca en 2021) y Arte de la Tierra. Subir a la montaña, subir al cielo, efectuada simultáneamente en el Cerro Mogote de Humo, en el municipio de San Agustín Etla, y en Canadá, en 2022. Además, Soledad Velasco presentó en 2019 su exposición individual La proporción de la nostalgia en la galería Noel Cayetano.

El 12 de agosto de 2022 la pintora inauguró su nueva exposición Y te salieron alas, centrada en una pintura al óleo de gran formato en torno a la cual despliega 60 obras sobre papel a la tinta y la acuarela, en Nodo Estudio Visual, que se ubica en la calle de Matamoros número 402, en el centro histórico de la capital de Oaxaca. Nodo es una de las galerías más interesantes de la escena artística oaxaqueña, gracias a la actividad que despliegan los artistas José Canseco, Mercedes López, Cruz Vargas y Soledad Vásquez.

En cuanto a la obra principal de la exposición de Soledad Velasco, alude a la resiliencia, cualidad que su autora ha debido cultivar durante su estadía de dos años en México. Residente en España durante largo tiempo, la artista vino de visita a su país natal, sin imaginar que la pandemia de Covid le impediría el retorno a su nación adoptiva, como ya se ha explicado. A partir de esa prueba, su arte pasó por distintas transformaciones.

Esa metamorfosis responde a su concepción del papel que desempeña como mujer en la sociedad: su noción de cómo una persona se desenvuelve dentro de una comunidad, fue sometida a duras pruebas por las diferencias culturales, económicas y ecológicas existentes entre la nación europea y el país americano.

El complejo funcionamiento de las instituciones y las relaciones humanas en México —que la artista sigue descubriendo conforme se reintegra a la república tras de una larga ausencia— le ha enseñado una lección de supervivencia: las mujeres pueden resistir las adversidades de manera similar a como árboles y vegetación mayor subsisten en zonas de vendavales o de periódicas inundaciones; en esas circunstancias, la flora no se quiebra ni se ahoga, pese a la violencia de los elementos. Afrontando corrientes desfavorables o adversas, la flora se adapta y, en virtud de su flexibilidad, crece a pesar de los rigores con que la acucia el medio. Las mujeres —considera la pintora— se desarrollan, así, inclusive en situaciones límite como las que suelen observarse en tierras mexicanas.

Además, en torno a la obra pictórica mayor, la artífice presenta 60 obras en tinta y acuarela sobre papel. Son otras tantas reflexiones en cuanto a las posibilidades que las mujeres tienen para habitar el mundo. En estas piezas sobre papel, Soledad Velasco retoma su interés en la figuración como recurso estético, y en el dibujo con modelo como fuente de estímulo creativo. No se conforma con hacer retratos de mujeres, sino interviene con su imaginación las figuras (a partir de percepciones sociales y culturales muy definidas en su trayectoria) para establecer propuestas imaginativas de existencia, fuera de las convenciones que suelen agobiar o restringir a las mujeres en diferentes sociedades a lo largo del mundo.

Para aludir a las muchas posibilidades que cada mujer tiene de hacer la diferencia en su vida, la pintora recurre a máscaras, a posturas inusuales, a combinaciones y símbolos de transgresión sugeridos por los apéndices y las formas de diferentes especies animales. Abundan los pulpos, el gran emblema erótico empleado por el japonés Hokusai. En estas obras, Soledad Velasco visibiliza que lo imposible puede instalarse en el ámbito cotidiano y modificar —para mejor— vidas que de otro modo pudieran estancarse en la rutina, o ser tronchadas por la furia de torrentes hostiles. Mantiene en su obra, además, una sutil alusión a episodios de su vida reciente, que acaso aluden a una frase escrita por Wassily Kandinsky en De lo espiritual en el arte: “Su contemplación gozosa es semejante a su inconmensurable tristeza interior”.

Con estas obras melancólicas y a la vez elocuentes que añaden carnalidad a la espiritualidad, Soledad Velasco demuestra en su labor otro precepto del gran pintor: “El artista tiene una vida compleja, sutil, y la obra surgida de él [de ella] originará necesariamente, en el público capaz de sentirlas, emociones tan matizadas que nuestras palabras no las podrán manifestar”.

Por su parte, Soledad Velasco lo explica así: “Siempre me han llamado la atención esos árboles que no crecen verticales, más bien lo hacen muy inclinados. Recientemente vi en Mitla un gran árbol de tronco grueso crecer horizontalmente, agarrado con sus raíces a un ‘muro’ de tierra. Majestuoso. No lo creía posible. Me incliné para cerciorarme si alguna de sus enormes ramas estaba bien sujeta al suelo. Para ver si hacía ‘trampa’. No, se sostenía inexplicablemente. ¿Cómo era posible? ¿Cómo se extendían sus raíces para provocar ese milagro? Raíces fuertes es lo que se necesita ante cualquier vendaval. En la exposición hablo sobre esa fuerza interior”.

Aunque nació en la breve capital de Oaxaca, la pintora ha pasado su vida en dos grandes capitales del mundo: la Ciudad de México y Madrid. Su aprendizaje estético en esas metrópolis lo evidencian las cualidades de su obra plástica: en ella no sólo apela a la forma y la técnica resueltas con sagacidad; también hay reflexiones e interrogaciones trabajadas con vehemente inteligencia, incorporación de plegarias atendidas y conjuros contra congojas inexorables.

Hay, ante todo, en la obra de Soledad Velasco, una irreductible fe en las posibilidades del arte como amuleto contra las acometidas del desamparo, de la enajenación, de la insondable tristeza en una época que redunda en rituales cuyo significado cayó en olvido. En un tiempo de penuria, la pintora desentierra con cada trazo la memoria de talismanes que son bálsamo contra la oscuridad de apariencia perenne, pues, al cabo, la tiniebla se resolverá en luz.

Y te salieron alas es, así, una declaración no sólo de perplejidad ante lo imprevisto, ante lo imposible convertido en praxis existencial; es, sobre todo, la constatación de que la naturaleza, cuando imita al arte, se perfecciona cumpliendo la encomienda que Píndaro enunció en su Tercera Oda Pítica, hace dos mil quinientos años: “Alma mía, no aspires a vivir eternamente, mas agota el ámbito de lo posible”.

Cabe señalar que en 2018 la pintora y dibujante ha impartido un taller sobre su trabajo artístico en la Universidad de Bellas Artes de Tetuán, Marruecos, y presentó una conferencia sobre su experiencia en el ámbito editorial en el Instituto Cervantes de la ciudad de Fez. 

Además, Soledad Velasco fue seleccionada como finalista en numerosos concursos en España, entre los que destacan IX Salou de Recerca pictórica (2016); los premios MAPAMA que concede el ministerio de Agricultura del gobierno de España (2016); el IV Certamen Nacional de Pintura Parlamento de la Rioja (2014); y los premios Villa de Madrid (2000) entre otros. Obra suya forma parte de las colecciones del Museo Contemporáneo Universitario de Arte, UNAM, México, UGT Madrid España, la Fundación Francisco Carretero y la Fundación Barcelona Olímpica.

De sí misma, la artista comenta que cursó estudios en la Escuela Nacional de Pintura, Grabado y Escultura La Esmeralda, y es pasante de la carrera de Historia (UNAM). Reside en Madrid, España. Asienta que mediante su pintura refleja las inquietudes que le motiva la observación del mundo en su día a día, y tiene muy claro que la pintura no es un panfleto político, pero también considera que cada artista debe aspirar a transmitir la realidad que vive.

Y te salieron alas, la exposición pictórica de Soledad Velasco, estará en exhibición en Nodo Estudio Visual hasta el 7 de septiembre de 2022.

Escritor, promotor de arte y cronista aficionado de absurdos sociales.

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