Fábula oaxaqueña: las editoriales ahora venden imagen

Libros
Remate de libros. Foto: Secretaría de Cultura-CDMX

De pronto se abre el bosque y aparece la visión, un trance que este reportero atribuye a su ingesta viciosa de nescafé: el sueño ha sido nítido, como cuando tomaba y en las peores crudas tenía aquellas pesadillas que luego supuse eran en realidad delirium tremens. ¿Cómo era posible que recordara el diálogo con tal precisión? Tanto, que me resultó imposible no transcribirlo, incluso a sabiendas de que no faltaría quien pensara que fue real:

—¿Para cuándo tu otra novela?

—Hola… jejeje.

—¿Qué onda? Es serio, te van a ganar todos, jajaja.

—Tengo una escrita, pero pues ya ves cómo es esto. La cosa es el financiamiento, imprimir con calidad es caro.

—¿La has propuesto?

—Sí, pero nadie la quiere, jajaja.

—¿Tan mala es? Jajaja.

—Sí, jajaja. Con la más recientemente publicada fue igual. Solo una persona creyó en mí.

—¿No le entras a concursos como esos de Amazon? Puedes ganar, por qué no.

—He mandado proyectos hasta el cansancio. Creo que depende de los respaldos.

—¿Valdrán la pena ese tipo de concursos, certámenes como los de Amazon?

—Mmm, pienso que la mayoría de premios ya están dados, los organizan las editoriales para premiar a autores de su propio catálogo.

—No seas envidioso.

—Jejeje. También he mandado a las convocatorias de instituciones de cultura, pero es lo mismo.

—Pero ahí qué puede haber. Las instituciones de cultura son invisibles, solo funcionan para los funcionarios, para que ganen un sueldo obscenamente alto. Me da la idea que el escritor no gana nada ahí, ni en un sentido económico ni de  promoción ni de nada.

—Es cierto, sólo gana en su ego. Incluso, pienso que mandar y publicar ahí es como quemar un proyecto.

—Ohhh.

—Bueno, vas a decir que soy envidioso otra vez.

—No, eres sincero

—Pues sí.

—¿Has leído a Guillermo Arriaga? Lo he estado leyendo con gusto,  lo cual creo se debe mucho a que en El salvaje y Retorno 201, al menos, habla sobre la zona y tiempo que viví en el Defe durante mi niñez y adolescencia en Ixtapalapa. Leí por ahí una crítica fuerte sobre su obra… pero es exitoso. Siquiera un exitoso así en Oaxaca, que no creo salga del ámbito editorial comercial, por cierto, quién será, quién será…

—Bueno, ya lo dije antes. La literatura propositiva actual no está necesariamente en las grandes editoriales: las editoriales ahora venden imagen, promueven a autores como si fueran rockstars.

—O autoras.

—Sí.

—A lo mejor van sobre las autoras: ¿será la próxima moda?

—Leí recientemente a dos plumas oaxaqueñas, y me decepcionaron. Pero eso no se dice en público, no es políticamente correcto. Digamos que no son las peores de Oaxaca, pero tampoco las mejores.

—Algunas obras de Arriaga no son de ahora, hay versiones de El salvaje  y  Retorno 201 de hace muchos años… ¿será que solo a partir de que las publican editoriales comerciales se vuelven exitosas ciertas plumas?

—Claro. Es así como se validan las obras, pero en este caso, pues es Arriaga, además.

—Necesitamos ese tipo de validación en Oaxaca, y que se publiquen las obras que están guardadas en el cajón, quien quita ya se escribieron obras chingonas y nada más falta que las descubran.

—O tal vez ya se publicaron y nadie les hizo caso. También se requiere un trabajo de crítica y rescate. Pero nadie se echa ese tiro.

El reportero acaba la transcripción en una sentada y se queda realmente pensativo, con quién platiqué en mi alucine, porque uno de los interlocutores soy yo, sin duda, pero el otro, quién es: cada vez son más fuertes las alucinaciones, con razón le dicen noescafé.

Después de 33 años en el oficio, me identifico como un informador, un periodista sin etiquetas. Concibo al periodismo como una vocación de servicio y responsabilidad social.

Deja un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.